viernes, 22 de mayo de 2015

Despedida de una pequeña gran amiga

Hace pocos días que nos has dejado y aún escucho el taconeo de tus uñas resonar por el pasillo. Han sido quince años de tu vida los que has pasado junto a nosotros, creciendo como una hermana más, compartiendo juegos, risas y llantos. 

Recuerdo el día en que entraste a formar parte de nuestra familia como si fuera ayer; tan pequeña, tan negrita y tan loca. Más de una vez te llevaste un pisotón descuidado, por querer andar siempre debajo de nuestras piernas, por no querer perderte ninguno de nuestros pasos.

Eras y serás mi compañera de estudio...no sé cómo no te cansabas de escuchar una y otra vez la misma cantinela...quizás fuera porque te compensaba estar calentita en invierno junto al brasero, pero el caso es que no faltaste ni un día a tu cita. 

Debes saber, que echo de menos el sonido de tu respiración a mi lado, el cual era como ese tic tac del reloj del que nunca te das cuenta...hasta que se para. Sinfonía de mi jornada de estudio, que se ha silenciado para siempre.

Echaré de menos tu naricilla siempre húmeda, tu mirada tan viva (que poco a poco se fue apagando), incluso echaré de menos cuando te ponías exigente. No obstante, me queda tu recuerdo y la certeza de que fuiste una perra feliz, que nunca te faltó de nada, que nunca sentiste el abandono o la tristeza. Nosotros hicimos todo cuanto pudimos por ti y tú, a cambio, nos has enseñado mucho y nos has dado todo tu amor.

Me queda el consuelo de que no moriste sola. La última imagen que te llevaste de este mundo fue la de toda tu familia acariciándote hasta que te quedaste profundamente dormida, para ya no despertar más.

Estarás siempre presente en nuestros corazones, pequeñaja.






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