"Marruecos es un país de contrastes" es una de las frases que repite hasta la saciedad el guía turístico; sin embargo, es la única forma de resumir en pocas palabras el panorama de nuestro país vecino. Contrastes entre la medina y la parte nueva de las ciudades, totalmente occidental en cuanto a arquitectura se refiere; contrastes en el clima y los fenómenos meteorológicos; pero, sobre todo, contraste entre tradición y modernidad, lo antiguo y lo nuevo se mezclan en Marruecos logrando una conmixtión plenamente armónica.
Son muchos los prejuicios que desde España se tienen hacia Marruecos y sus habitantes, pero basta una corta estancia en el país para percibir cuán equivocados estamos. En primer lugar, quiero destacar la gran amabilidad y hospitalidad de sus gentes, siempre dispuestos a ofrecerte un delicioso té de menta y con una sonrisa a la hora de atenderte. Esto es algo que he podido comprobar por mí, pues al saludar a cualquiera con "Salam aleikum" siempre respondían con una sonrisa sincera.
En segundo lugar, también me gustaría hacer mención a la situación de la mujer. Sólo he pasado allí unos pocos días, por lo que puede que mi opinión no se corresponda al cien por cien con la realidad, pero he de remarcar que en ningún momento me he sentido discriminada o rechazada a la hora de relacionarme con alguien del género masculino, ya sea para regatear con un comerciante, hablar con un camarero o preguntar una dirección a un policía. Por otro lado, he podido ver a mujeres que iban a la universidad, algunas con velo y otras sin él. De hecho, la guía turística de la ciudad de Marrakech era, precisamente, una mujer. Ella nos habló de las razones por las que llevaban el velo, entre las cuales se encuentran tanto la religión, la tradición o incluso la moda (el velo que sólo cubre el cabello, el niqab o el burka son propios de creencias más fundamentalistas y eso ya es harina de otro costal, sobre lo que no quiero pronunciarme en este momento). Lo que quiero poner de relieve con esto es que, aunque aún no haya alcanzado la mujer la misma libertad e independencia que en Occidente, se está avanzando en ello.
Tras esta pequeña introducción, me gustaría hablar de las dos principales ciudades en las que se ha centrado mi visita: Fez y Marrakech.
Localizada en el norte de Marruecos, la ciudad de Fez es la tercera del país, con casi un millón de habitantes. Es una de las cuatro ciudades imperiales, junto a Marrakech, Mequinez y Rabat. Fue fundada en el año 789 y cuenta con la universidad más antigua del mundo, que data del año 859, cuyos principales estudios son los religiosos.
Claro ejemplo del país de contrastes que es Marruecos, la ciudad de Fez se encuentra dividida principalmente en tres partes, la medina, el barrio judío y la zona nueva, con grandes avenidas al estilo occidental.
Vista panorámica de la medina de Fez |
Puertas del Palacio Real |
Una de las visitas obligadas en el interior de la medina es la Madraza (en Fez hay tres). Una madraza es una escuela donde se enseña el Corán y todas las asignaturas clásicas del conocimiento: matemáticas, gramática, historia, astronomía, medicina. Las siguientes fotos se corresponden con la Madraza Bou Inania, construida entre 1350 y 1357, siendo la más grande de Fez, que también cuenta con una mezquita.
Otra de las visitas imprescindibles de la medina de Fez es el barrio de los Curtidores, como avanzaba en un párrafo anterior. Es una de las zonas más famosas y visitadas de Fez, ya que allí se encuentran las célebres curtidurías donde se lleva a cabo todo el proceso de transformar las pieles animales en productos de marroquinería. Para ello se sigue un proceso tradicional, consistente en varias etapas en las que se remojan, lavan y frotan las pieles para conseguir que quede un producto imputrescible y suave. Sin embargo, el olor es demasiado intenso, por lo que se proporciona al visitante una ramita de hierbabuena para "engañar" al olfato. A pesar del hedor, la vista merece la pena y resulta un bonito espectáculo.
Mi visita a la ciudad de Fez fue bastante breve, aunque suficiente para captar su belleza, de modo que recomiendo a todo el que esté interesado en viajar a Marruecos que dedique al menos un día para visitar su medina, la experiencia es única.
Quiero despedirme con esta bella imagen de los curtidores y en la próxima entrada contaré mi experiencia en la otra gran ciudad imperial: Marrakech. Desde aquí avanzo que se trata de una urbe que no deja a nadie indiferente.
Un saludo
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